Antes de abordar el lamentabe y vergonzoso hecho de la suspension de las elecciones municipales no olvidemos que estamos en el mes de la Patria. Tiempo propicio para elevar nuestra dominicanidad a lo más alto.
Desde el natalicio del Patricio Juan Pablo Duarte, el 26 de enero, hasta la celebración del Día de la Independencia Nacional, entre otras fechas, son recordadas durante el Mes de la Patria.
Lo acontecido ayer además de ser un hecho bochornoso, lo más deleznable de todo es pensar en la posibilidad de que personas provocaron este acontecimiento sin precedentes en la historia democrática dominicana estaban ayer celebrando en las redes y emitiendo opiniones y también difundiendo rumores.
Al parecer habian orquestado un plan para paralizar el pais, se lamentan quiza, de que no hubo una mayor cantidad de heridos y fallecidos.
Hay que prestarle atención al llamado al Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios, , Participación Ciudadana, intelectuales, quienes urgen investigar los hechos que dieron lugar a la suspensión de las elecciones e invita a los ciudadanos a mantener la calma.
A la Junta Central Electoral (JCE) hay que reconocerle ya puso fecha para los nuevos comicios municipales porque República Dominicana no puede darse el lujo de retroceder una pulgada en su institucionalidad aunque tenga amenazas de aquellos que en nombre de la Patria siempre se han enriquecido.
Ahora bien, junto a esa investigación que harán las autoridades del organismo electoral, cuando se determinen quienes fueron los autores materiales e intelectuales de ese crimen, debemos recordar para aplicar lo que bien dijo el Padre de la Patria:
«Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones.».
Recordando siempre lo que somos y vemos reflejado en la IX estrofa de nuestro Himmno Nacional.
Compatriotas, mostremos erguida nuestra frente, orgullosos de hoy más;Que Quisqueya será destruida, pero sierva de nuevo, ¡jamás!